Estás en mi horizonte

Cuando mi corazón estuvo en terapia intensiva, me dijeron que los buenos amantes son los que miran hacia el mismo horizonte y aquellos que sólo se fijan en la mirada del otro quedan vagando por la mismísima nada y desconsuelo.

Cuando pasó el tiempo, me dí de alta y calcé al recuperado entre mis costillas. Salí a mirar el horizonte pero de tanto en tanto me daba una vuelta por el rabo de los ojos.

Con la guardia baja y una falda abrigada caminé de muchas manos. Me subí al batimóvil y golpeé puertas de arena. Me olvidé del horizonte y recorrí la nada en caminos de muchos colores. Cargando la alegría de la soledad buscaba sin encontrar siempre lo mismo. Y buscando y buscando encontré un poco de consuelo con gusto a dulce de leche.

Me abrazó el alma escuchar mi risa hacer eco cuando él sonreía sobre mi pecho. Y mi boca escupir estrellas sólo cuando mi cabeza respondía al roce de su mano y llevaba a la boca un pedazo de placer.

Me perdí en un amor impar y el horizonte se esfumó en mi cabeza. Yo no reconocía el día de la noche y él miraba al cielo divagando.

Hasta que un día, lo obvio se hizo evidente y ninguno lo pudo ver. Ambos buscábamos lo mismo y carentes del coraje suficiente no pudimos tomarlo con firmeza cuando tan cerca estaba.

Ahora ya no sé mirar al mismo horizonte y desconozco la dirección de sus ojos Pero sí sé que cuando estamos frente a frente cada uno puede ver muchas cosas distintas pero los dos enceguecemos ante lo mismo y nos perdemos juntos en un horizonte indeleble.